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13 octubre 2015

VIAJE NOCTURNO




Melisa acaba de salir del pub donde ella trabaja, más de diez horas al día. Echa a correr hacia la boca del Metro de Tetuan. Se le hizo tarde, tiene que subirse al último tren de la noche que pasa a la 1:45. Consigue subirse justo cuando suena el pitido del cierre de puertas. Se sienta al final del convoy, saca su libro de la mochila, para continuar con la lectura que la tiene intrigada (El Resplandor) un clásico del género de terror. De reojo, tras el cristal de la puerta del vagón, observa, como un hombre no deja de mirarla. Lleva una ropa desaliñada, como de otra época, el pelo a media melena, barba poblada, y  moreno de piel. A ella, la llama la atención los ojos del hombre, su mirada es penetrante y glacial, sin vida. Melisa aparta la mirada, volviendo a su lectura, la cual ha perdido su interés al no concentrarse. Es la única viajera al igual que el hombre misterioso del otro coche. Están solos, empieza a sentirse incómoda. En ese instante, el tren se detiene en el túnel, a la vez el alumbrado se apaga, quedándose, solo las de emergencia. Después de varios minutos, por megafonía se escucha la voz del maquinista comunicando que están detenidos un largo rato. Se levanta del asiento algo nerviosa, caminando por el pasillo del convoy, de un lado a otro. Suena su móvil, se asusta, casi se le cae al suelo. Lo descuelga, al otro lado, se escucha una respiración, pero no habla. Cuando está a punto de colgar, se oye una voz de ultratumba, como del más allá. La dice que no tiene escapatoria, se ha subido al tren equivocado y va a morir. Se corta la llamada. Mira hacia el asiento donde se encontraba el hombre, allí, no hay nadie. Al cabo de unos minutos, se escuchan gritos desgarradores, de sufrimiento, parecen de varias personas. Se tapa los oídos, empieza a temblar de miedo, de terror. A la vez, fuertes golpes se escuchan en la parte de arriba del tren. Siente pánico  la deja paralizada. Llega a perder el conocimiento, aunque todavía es consciente de lo que está sucediendo. 
Se despierta, está sofocada,  observa que las personas que están a su lado la miran extrañadas. Ha tenido un sueño. Melisa se encuentra en el Metro, a la hora punta de la mañana. Se levanta para apearse en la siguiente parada (Cuatro caminos). Sonríe al recordar el sueño. Cuando esta de pie, frente a la puerta, por el rabillo del ojo se percata entre la multitud de la gente, que un hombre la lleva observando, mucho rato,  trajeado, pelo a media melena, barba poblada, mirada penetrante. Se empieza a sofocar, Melisa la falta el aire, esta sufriendo un ataque de asma  va a perder el conocimiento. Al abrirse las puertas, cae desplomada al andén. El hombre del traje, es el de su pesadilla.©

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