Desde este banco reflexiono el gran seductor que fui.
A mis setenta años empiezo a recordar a todas aquellas mujeres.
A todas ellas las ame por igual y compartí mi corazón.
La mayoría de ellas, insatisfechas con sus maridos.
En sus ojos reflejaban tristeza y compasión.
Alguna que otra paliza me lleve, del marido cornudo.
Por eso nunca me case, quería repartir amor
a todas por igual.
Lo que daría por tener la maquina del tiempo.
Volvería a seducir a todas aquellas mujeres insatisfechas. Desde este banco reflexiono ante la belleza del paisaje, el gran seductor que fui. ©
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