Como todos los
días en clase de Filosofía, Valentín se quedaba fascinado con su profesora (Isabel),
una mujer entrada en los cuarenta, atractiva, pelo moreno, sus ojos eran
grandes y rasgados, su voz tan sensual cuando pronunciaba su nombre, que se sentía seducido. A Isabel, se la notaba triste, él lo percibía a pesar de sus 19 años, era muy
intuitivo.
Un día, al
terminar la clase, Valen se acercó al
despacho de su profesora para consultar
la nota de su examen del día anterior, no estaba conforme. La puerta estaba entreabierta, entró sin llamar. Isabel estaba llorando, al ver a su alumno se limpió las lágrimas y disimulo su acción. Este le pregunto; - ¿Se encuentra
bien Profesora?
-
¡Si!
No te preocupes, tengo un mal día cielo.
-
Llevo
tiempo observándola, la noto triste y apagada.
-
¡Si!,
tengo problemas en casa, mi matrimonio está pasando por un bache. Aunque no te
quiero aburrir con mis historias, no tengo confianza contigo.
Valen por
instinto, se acercó a ella y limpio sus
lágrimas, acariciando su mejilla. Isabel, algo cortada, agradeció su
atrevimiento, posando su mano en su alumno.
Se sentó frente a
ella mientras revisaba su examen, el no dejaba de mirarla, le parecía una mujer
sensible y muy agradable. Ella levantó la vista
del examen, sus miradas se encontraron durante unos segundos
interminables, algo incómoda, volvió a bajar la vista al examen.